El desalojo

Estaba entrando al edificio dónde vivía. Era una de las casas que CIBA tenía a cargo, había sido un hotel alguna vez, la gente pagaba a un supuesto encargado que un día resultó no ser el dueño y desapareció. Apareció el dueño real y les dijo que los iba a desalojar. El juicio ya llevaba más de un año, los abogados de CIBA lo habían estirado todo lo posible pero ya se habían agotado las instancias judiciales y estaba la orden de desalojo que tenía que darse en esos días. En teoría hasta el 18 tenían tiempo de abandonar la casa pero por si acaso ya iban preparando algunas cosas y todos los días alguien se levantaba cerca de las 5 para ver si la policía empezaba a preparar el dispositivo temprano. El se había mudado a una de las piezas que daba al balcón para eso, y para que si los sorprendían, hubiese por lo menos un militante de CIBA adentro, porque una vez que cerraran el vallado ya no iba a poder entrar nadie. Al principio eran como 30 familias pero desde la orden de desalojo algunas se habían ido por miedo y quedaban 12 familias dispuestas a resistir el desalojo.
Abrió el candado de su habitación, dejó la mochila, prendió la luz, despidió a las cucarachas que corrían a esconderse y salió a tocar la puerta de la habitación de Hilda.
- Cómo estás?
- Bien che. Me prestás lo de siempre? ya voy a traer el mío- sonrió
- Yo no tengo problema en prestarte el mío.
Hilda buscó entre sus cacharros de cocina el matecito y la pava.
- Yerba tenés?
- Sí, gracias.
Pasó por el baño y comprobó que no hubiese más agua. Por lo general a la tarde se acababa, pero a veces quedaba un poco, asi que fue a la manguera que habían colocado en el patio, que venía desde un caño del sótano y no se acababa. Puso a calentar el agua en la cocina común.
- Hola! vos sos de CIBA?- siempre le preguntaba lo mismo, era una nena de 5 años.
- Sí Anabella, cómo estás?
- Bien. Hacés magia?
Sacó una moneda.
- Qué es esto?
- Una moneda!
Se la pasó de una mano a otra
- Dónde está?
- Ahí!
- Estás segura?
- Sí!
Abrió la mano vacía y disfrutó la cara de sorpresa de la nena. Ése era el mejor momento de la magia.
- Dónde está?
- Desapareció!
- Qué aparezca!
- No se puede, desapareció- revisó que el agua no hirviese.
- Sí, que aparezca, dalee
- Llamémosla
- Moneda! moneda!
- Ahí está!- hizo el viejísimo truco de que apareciese en su oreja- no te habías dado cuenta de que la tenías en la oreja?
Anabella se rió y salió corriendo
- Mami mami!
El agua ya estaba, apagó el fuego, agarró la pava con su propia remera y volvió a la habitación.
Dio vuelta un balde, se sentó, acomodó una imagen de Jesús que tenía sobre otro balde apoyada contra la puerta ventana del balcón y tomó unos mates mirando hacia la avenida corrientes y a veces hacia la imagen. Era el momento de paz del día.
Adentro de la habitación había una cama con una bolsa de dormir arriba, un bolsito y elementos que había ido consiguiendo y armando para resistir el desalojo. Garrafas, bombas caseras, gomeras, piedras, palos, escudos caseros, matafuegos. Destapó un tacho lleno de aceite quemado que tenía en el balcón, agarró una botella de vino, un embudo y un pedazo de botella de plástico cortada que le servía de tachito. Revolvió el aceite, sacó un poco con el tachito y lo metió en la botella de vino con el embudo. De una bolsita sacó un poco de jabón blanco rayado lo tiró en el embudo y empujó con un destornillador para que se fuese mezclando con el aceite. Destapó un bidón y terminó de llenar la botella de vino con nafta. El jabón hacía que el líquido resbalase mejor y el fuego se esparciese más, el aceite hacía que desprendioera humo negro. Agarró un corcho, con una navaja le recortó un poco uno de los bordes para que entrase mejor. tapó la botella y golpeó despacio con una masa para meter bien el corcho, prendió una vela y derramó la parafina en los bordes del corcho para que no saliera nada de aire. Finalmente le pegó con cinta desde el cuello un trozo de tela negra que serviría de mecha y agregó la molotov a las que ya había creado.
Le tocaron la puerta.
-Pasá-
Era Hilda, se la veía alterada, tenía el celular en la mano
- Llamaron de Tucumán-en CIBA nombraban a las casas según la calle donde estaban- los están queriendo desalojar ahora.
- Avisale a Arminda.
Se levantó y fue hacia el patio, poniéndose la campera. Tocó la puerta entreabierta de la habitación del gordo. La luz estaba apagada pero estaban mirando la tele
- Quién es?
- Juan.
- Qué pasó?
- Están queriendo desalojar a unos compañeros acá a un par de cuadras, venís?
- Dale, aguantame que me lavo la cara y voy.
- Dale.
Volvió a su habitación. Puso una bomba casera en la mochila, un encendedor en el bolsillo, agarró un palo y la masa. Cuando salió Hilda había llamado también a una chica del fondo. Fueron bajando, se unió el gordo prendiendo un cigarrillo y salieron. En el camino le dio la masa al gordo y la chica del fondo le pidió el palo.
- Dame el palo, yo estoy re-caliente con estos hijos de puta.
Porque no era un desalojo hecho por la policía. Era gente de la misma casa. Había muy pocos de CIBA adentro, la mayoría no querían unirse porque querían negociar con las piezas, y no querían una organización que pusiera orden adentro de la casa. No eran los dueños pero patoteaban para cobrar alquiler o "vender" las piezas, aunque toda la casa estaba en juicio de desalojo. Y había una parejita joven que no podía pagar y los querían desalojar por la fuerza. No solamente era ilegal sino que además era una actitud miserable: ponerse en juez de otro que está pasando la misma necesidad.
- No vienen más de otras casas?-perguntó el marido de Arminda, con mucho miedo en la mirada.
- No creo, vos le avisaste a alguien?
- Llamé a Jorge y creo que él iba a avisar a Gardel- respondió Hilda
- No van a llegar antes que nosotros- y, en realidad, tampoco creía que fueran a ir.
Eran 6, 3 hombres y 3 mujeres. Era una resistencia totalmente atípica, por lo general son bien organizadas y con más de 50 compañeros, ésta era improvisada y con pocos. No sabía realmente cuántos eran en la casa, pero tenía que mostrarse seguro, para no hacer dudar a los demás.
En la puerta había unas mujeres tomando fresco, Juan dijo "buenas noches" y entró directamente seguido de los 5. Vio que pasaba algo en el fondo, pero subió al primer piso a ver a Ivonne. Se la encontró en el pasillo. Sacó la bomba de la mochila.
- Son los de abajo?
- Sï, vamos!
Volviéron a bajar y se mandaron para el fondo. Había un peruano bastante en pedo hablando a los gritos frente a la habitación donde estaba la parejita. Sabía que tenía que entrar fuerte, esperaba que la adrenalina actuase rápido pero en vez de eso notó que la situación lo empezó a enojar.
- Qué pasa compañero?!- gritó y como el pasillo no era muy grande la voz sonó fuerte. Tenía la bomba en una mano y el encendedor en la otra. Dejaba los brazos caídos por el momento, pero sabía que ya los otros la habían visto, era bastante notoria y le colgaba una mecha de unos 20 cm.
- Nada, estoy hablando con él
- Sí, y yo me estoy queriendo meter asi que o me contás...
Se sumaron 2 tipos más atrás del peruano. Juan no era alto pero les llevaba una cabeza a los tres y los miraba de arriba. Pensó que al pedo habían traído los palos.
- Mira, cuando tú arreglas algo con alguien, y el otro no cumple con su palabra.
- Y qué arreglaron?
- Que él me iba a pagar una cantidad de plata..
- Cuánto?- le preguntó al varón de la parejita
- 800
- Parece mentira, entre paisanos!- dijo Ivonne y el otro se sintió tocado
Estaba por decirle que no iba a cobrarle nada a nadie y que si intentaba desalojar a alguien le iba a volar la pieza, cuando vio que al fondo empezaba a entrar la policía. Había un codo en el pasillo que lo tapaba, donde estaba Arminda. Se agachó , apoyo la bomba en el piso detrás de Arminda y le dijo "quedate ahí".
- Qué está pasando?
Eran 3 canas, uno había entrado con la escopeta en la mano, le sacaron el palo de la mano a la chica. Antes que los otros dijeran "ellos entraron a apurarnos con palos" explicaron ellos.
- Ellos quieren echar a esta familia a la calle.
-Mire señor yo le voy a explicar- saltó Eva, otra mujer que vivía en la casa y asistía a CIBA- aquí estamos todos en desalojo, asi que nadie tiene derecho a cobrarle a nadie y ellos quieren cobrar como si la casa fuera de ellos.
El cana levantó el palo y se lo mostró a uno de los peruanos.
- De dónde sacaste este palo?
- No es mío!
- Nos van a tener que acompañar- y se los llevaron afuera. Quedó un cana adentro- y ustedes quienes son? viven acá?
- Ellos son de una organización que nos ayuda- dijo Eva.
- Pero acá están todas embarazadas! Tené cuidado vos nena no te quedes mucho tiempo..-agregó el cana, se rió y se fue. Guardó la bomba y la masa en la mochila.
Juan le extendió el puño a Eva, Eva lo chocó y le guiñó un ojo
- Nos vemos.
- Gracias.
Antes de salir la chica le preguntó
- Recuperamos el palo?
- No, lo dejamos
Afuera los policías seguían preguntándoles de dónde habían sacado el palo y seguían negando que fuera de ellos. Juan sonrió, pasaron por al lado y siguieron hacia Corrientes.
- Corrientes tiene huevos eh? resiste con 6 nada más- dijo Juan y estallaron en anécdotas.
Al llegar se despidieron, cada uno fue a su habitación, volvió a poner las cosas en su lugar, tomó un par de mates medio fríos y se fue a dormir.

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